Don Rayos y Truenos ha escrito una belleza que empieza así:
Que los que se encuentran con Jesús Resucitado no le reconozcan se nos ha explicado siempre por el cuerpo glorioso. Pero, cuidado, que hay que fijarse con quién lo confunden: María Magdalena con un hortelano y los discípulos de Emaús con otro caminante cualquiera. Nada específicamente rutilante: la pinta de los hortelanos entonces acostumbraría a ser muy terrosa y los caminantes tampoco dejarían de ir perdidos de polvo y sudorosos. Supongo que alguien habrá identificado ahí una anagnórisis de libro, con su espectacular peripeteia y todo.
"Anagnórisis" viene el el diccionario.
anagnórisis.
(Del gr. ἀναγνώρισις, acción de reconocer).
1. f. poét. agnición.
Y en el artículo enmendado para la vigésima tercera edición:
anagnórisis.
(Del gr. ἀναγνώρισις, acción de reconocer).
1. f. Ret. Reencuentro y reconocimiento de dos personajes a los que el tiempo y las circunstancias han separado.
2. f. Reconocimiento de la identidad de un personaje por otro u otros.
"Agnición" también viene, claro.
agnición.
(Del lat. agnitĭo, -ōnis, de agnoscĕre, reconocer).
1. f. En el poema dramático, reconocimiento de una persona cuya identidad se ignoraba.
No hay que confundir "agnición" con "ignición" aunque ciertos reencuentros puedan producir deflagraciones.
Pero "peripeteia" no viene en el diccionario. Lo más parecido es "peripecia".